Ciclón de Boedo

Las personas a lo largo de la vida tenemos diferentes tipos de batallas contra nosotros mismos, ya sean miedos, angustia o existencialismo. San Lorenzo el sábado le ganó un partido a un fantasma. River desde hacía rato se había convertido en ese fantasma que nos nublaba, que nunca nos pasaba por arriba, pero que siempre se reía último. No habían pasado desapercibidos los recurrentes goles de Sanchez y mucho menos ese gol que Teófilo nos gritó en la cara aquella noche en la popular local.

 

Yo no creo que el fútbol de revanchas, sólo creo en nuevas oportunidades que están en otro tiempo y que nos sirven para recomponer un poco del presente que sufre por el pasado. El sábado San Lorenzo salió dispuesto a hacer leña de ese árbol caído que es River, y se lo llevó por delante, con vehemencia, con entusiasmo, con bronca, con desatenciones; con la pasión del hincha herido.

 

Volvimos a ser equilibrados, volvimos a ser ese equipo que por momentos parece tener lo mejor de Bauza y lo mejor de Guede, volvimos a hilvanar ataques donde llegábamos con 4 o 5 jugadores al área. El ciclón de ratos era un ciclón, completo eh, con lujos de esos que van a quedar perpetuados en la memoria, con la actitud de quererlo todo.

 

Se mostró algo que todos los amantes del futbol queremos ver siempre, juego colectivo aceitado, presentamos las pruebas correspondientes, esas pruebas de que en la semana se trabaja; porque los dos goles a River y el gol a Independiente, son eso, un cúmulo de virtudes propias de un equipo que ya está dando con su rumbo.

 

Quedarán -anecdóticas- las ganas de haberle hecho 5 a River, porque la verdad era para hacerle 5; pero nos alcanzará con haber dejado registro de baile en todos los medios de comunicación y en nuestros corazones. Aquel molesto fantasma ya dejó de sobrevolar. D’alesanlo!