No debe ser un "Que se vayan todos" 30/05/2016
La voz del hincha en Ciclón de Boedo, @serpientedegas, analiza la final entre San Lorenzo y Lanús.
Por: Damián Lluvero
Termina la entrega de medallas, y mientras camino por el campo de juego, me choco contra un Romagnoli que me cruza la mirada con una mirada perdida y cargada de lágrimas.
Con el brillo de los ojos con fiebre, rápidamente mira hacia abajo resignado y camina para estancarse en un costado, a ver cómo Lanus alza la copa. En el resto de los jugadores de San Lorenzo está la sensación del momento posterior a un terremoto, están abatidos, no muestran bronca, ni enojo, ni resentimiento, muestran tristeza. Del lado de Lanus hay muchos flashes prendidos, euforia y media tribuna vacía. Del lado de San Lorenzo explota un canto de guerra final unánime y repleto, que sentencia esta idea de que la gente, es la que construye un club y lo perpetúa en el tiempo.
Del partido sólo queda realidad y crudeza, San Lorenzo fue tan superado que le hicieron uno de los goles, 2 metros en offside y nadie quiere ni mencionarlo, porque sería hacer eso que a menudo hacemos: fijar nuestra atención en un árbol y no ver el bosque. Hoy, ya a más de 12 horas del cimbronazo, y con los patitos de nuevo en fila, no podemos obviar que este San Lorenzo dejó en claro que necesita ajustar algunas piezas claves de su funcionamiento; pero de nuevo, no dejemos que el árbol tape al bosque, una derrota en una final, no es un “que se vayan todos”.